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Detroit: cuando se apagan las fábricas… nacen los huertos

  • Foto del escritor: red colapso
    red colapso
  • 27 ago
  • 3 Min. de lectura
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Barrios llenos de casas tapiadas y solares vacíos. Donde antes rugían motores, ahora crece la hierba alta y reina el silencio. Ese fue el paisaje de Detroit tras la caída de la industria del automóvil. Pero, poco a poco, en esos huecos empezaron a brotar tomates, gallinas y colmenas: un colapso convertido en cosecha.


La era dorada y el colapso industrial

A mediados del siglo XX, Detroit era la capital mundial del automóvil. General Motors, Ford y Chrysler atrajeron a millones de trabajadores, incluidos migrantes del sur de EE.UU. y obreros extranjeros. La ciudad llegó a rozar los 1,85 millones de habitantes y casi 300.000 empleos en fábricas.


Pero a partir de 1970 la historia cambió. La automatización, la globalización y la deslocalización de plantas hacia otros países vaciaron esas fábricas. La crisis financiera de 2008 remató el golpe: Chrysler y GM entraron en bancarrota, y en 2013 lo hizo el propio Ayuntamiento de Detroit: la mayor bancarrota municipal en la historia de EE. UU.

Las cifras son elocuentes: de 1,8 millones de habitantes en 1950 a menos de 640.000 en la actualidad. Con menos población y menos impuestos, se hundieron los servicios públicos, crecieron el abandono y el crimen, y barrios enteros se convirtieron en fantasmas.


Paisajes posindustriales: entre la ruina y la reinvención

El legado del abandono sigue visible en fábricas desmoronadas, casas en ruinas y calles invadidas por maleza. Pero Detroit no se resignó a ser símbolo de decadencia. Rescató una memoria agrícola que venía de lejos: desde los potato patches de 1890 hasta los victory gardens de la II Guerra Mundial.


Tras la desindustrialización, miles de vecinos comenzaron a convertir solares vacíos en huertos comunitarios y pequeñas granjas urbanas. Hoy existen más de 2.200 iniciativas activas: no son anécdotas verdes, son parte de la infraestructura social y alimentaria de la ciudad. Algunos barrios producen hortalizas que alimentan a decenas de familias, reduciendo la inseguridad alimentaria y creando redes de apoyo mutuo.


El Ayuntamiento acompañó. En 2023 creó la División de Agricultura Urbana para facilitar acceso a tierra y agua y dar estabilidad al movimiento. Y en 2024–2025 aprobó una ordenanza para regular la cría de aves y abejas en patios, normalizando así la producción de alimentos en los barrios.


Quién mueve la aguja

  • Keep Growing Detroit (KGD): sostiene una red de miles de huertos, forma a nuevos agricultores y comercializa bajo el sello Grown in Detroit.

  • Detroit Black Community Food Security Network (DBCFSN): gestiona D-Town Farm, una finca de 7 acres que es centro de producción, formación y soberanía alimentaria con enfoque de justicia racial.


Lo que enseña Detroit

  1. El riesgo de depender de un solo motor económico: Detroit muestra que el monocultivo industrial puede desmoronar una ciudad entera.

  2. Convertir el vacío en oportunidad: los solares baldíos se transformaron en despensas vivas y en espacios de cohesión social.

  3. Instituciones que acompañan: cuando el Estado facilita suelo, agua y reglas claras, los huertos dejan de ser marginales y se vuelven sistema.

  4. Organización comunitaria: redes como KGD y DBCFSN demuestran que la resiliencia se construye desde abajo, con oficio y cooperación.

  5. Nueva identidad: Detroit ya no es solo la ciudad del motor; es también un laboratorio mundial de agricultura urbana y resiliencia comunitaria.



Detroit nos enseña dos lecciones al mismo tiempo: la advertencia de lo que ocurre cuando una ciudad apuesta todo a una sola industria, y la esperanza de lo que se puede reconstruir sembrando comunidad, soberanía alimentaria y redes de apoyo.

Allí donde había ruinas y silencio, hoy brotan huertos. El vacío se volvió despensa, el solar en comunidad y la fragilidad en red.Porque cuando un barrio aprende a sembrar, también aprende a quedarse.

 
 
 

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